Πέμπτη 24 Δεκεμβρίου 2020

ENCICLICA PASTORAL POR LA NATIVIDAD EN LA CARNE DE NUESTRO SEÑOR, DIOS Y SALVADOR JESUCRISTO


ΟΙΚΟΥΜΕΝΙΚΟΝ ΠΑΤΡΙΑΡΧΕΙΟΝ

Ἱερὰ Μητρόπολις Μπουένος Ἄϊρες καὶ Νοτίου Ἀμερικῆς 

Lerma 260. C1414AZF CABA. Argentina. Τηλ. +54 11 45085402-04. www.ortodoxia.com.ar

Prot. 101-2020

ENCICLICA PASTORAL

por la natividad en la carne de nuestro Señor, Dios y Salvador Jesucristo

 

+IOSIF

por la misericordia de Dios e indulgencia

Arzobispo Metropolitano de Buenos Aires y Sudamérica

a toda la plenitud de la Arquidiócesis: gracia, protección y algarabía espiritual por el Dios-hecho-hombre

 

Μυστήριον ξένον, ὁρῶ καὶ παράδοξον! οὐρανὸν τὸ Σπήλαιον, θρόνον Χερουβικόν, τὴν Παρθένον, τὴν φάτνην χωρίον, ἐν ᾧ ἀνεκλίθη ὁ ἀχώρnτος, Χριστὸς ὁ Θεός, ὅν ἀνυμνοῦντες μεγαλύνομεν.

 

 

Ἐκ τῶν καταβασιῶν τῆς ἐορτῆς

 

 

¡Misterio extraño y paradójico contemplo! La cueva en cielo convertida; en trono querúbico la Virgen; el pesebre en una dimensión en la que cupo el Incircunscripto: Cristo Dios, al cual alabando engrandecemos.

 

De las Katabasías de la fiesta

Amigas y amigos en Cristo,


La fiesta que celebramos hoy es grande: Dios se hace hombre para que el hombre se haga Dios; el Todopoderoso asume nuestra naturaleza caída y se humaniza para que nosotros asumamos su gracia y nos divinicemos; las leyes de la naturaleza todas se subvierten, ya que a partir de hoy el Dios trascendente del pueblo de Israel se muestra, se da a conocer, se revela aquí y ahora inaugurando con su nacimiento en la carne el “Reino” de Dios también sobre esta dimensión: por ello el himnógrafo se extraña y queda pasmado ante la paradoja del misterio: ahora el cielo, el trono querúbico, la dimensión totalmente trascendente e inaccesible para los hombres se revela a la mano de los puros de corazón, de la naturaleza creada toda para ofrecerles liberación[1].

El nacimiento del Teántropo -del Dios-hombre- es la clave última de lectura de nuestro destino, que es la realización de la primigenia imagen crística impresa en nuestro interior y que se puede convertir en semejanza plena con el Arquetipo: ¡hete aquí pues Aquel a través de Quien, por Quien y para Quien fuimos creados![2] Opera la salvación desde la caída naturaleza de los hombres; realiza la re-generación de la raza humana desde la misma miseria en la cual habíamos caído. Es que Dios se encarna no solamente para salvarnos, redimirnos, rescatarnos, se encarna puesto que estábamos destinados desde el principio de los siglos a ser partícipes de la naturaleza divina -consortes divinae naturae (II Pe. 1:4). Por ello viene a nosotros el cordero de Dios, aquel que fuera ya sacrificado desde la constitución del mundo (Ap. 13:8)

Evidentemente nos encontramos ante el gran misterio. Pero ese misterio se resuelve en sí mismo, es decir en el mismo Cristo-Mesías, el cual viene a darse a todos los hombres para que aquellos lleguen a la auto-conciencia según Aquel mismo, a la auto-conciencia crística, a través de la cual, en la imagen ya realizada, es posible vencer el pecado, la corrupción y la muerte misma[3]. El Logos-Hombre es la posibilidad -la viabilidad- última del hombre. En Aquel se revela no solamente Dios mismo, sino también nuestro (eventual) destino[4], si es que elegimos asimilarnos por completo a ÉL.

Esa asimilación-identificación[5], claro está, es un profundo proceso espiritual-existencial que supone toda la vida del hombre. A través de éste el hombre transforma aquella imagen de sí mismo dada falsamente por el árbol del conocimiento del bien y del mal en el paraíso del deleite -el ego- y paulatinamente va develando su original y legítima mismidad, su propia inseidad mientras las re-asimila y la re-configura constantemente a la otredad existencial y con-generacional. Entonces el hombre se re-considera y se asume de acuerdo al Cristo[6]: en completa armonía relacional con lo propio y su contracara altérica a todo nivel.

 

El gran interrogante que permanece es ¿a quién le interesa hoy sumergirse en esta aventura espiritual-existencial? Ya que «Βουλομένων γάρ, οὐ τυραννουμένων τό τῆς σωτηρίας μυστήριον» -el misterio de la salvación es querido, deseado, anhelado nunca impuesto[7]. La predestinación de Dios[8] -paradójicamente- decanta en el libre albedrío del hombre: y viceversa[9]. La voluntad de Dios se realiza en la libertad del hombre[10]: este “realizarse” es el continuo darse-revelarse de Dios, cuya más preclara manifestación hemos de celebrar durante estos doce sacros días[11].

 

Este periodo -τὸ ἅγιον δωδεκαήμερον- los doce días a los que me refería son una oportunidad que tenemos todos los años, para rever, reconsiderar, recapacitar sobre nuestra postura ante la vida[12]. En este periodo estamos celebrando la (auto-)Vida; la celebramos puesto que se reveló y se dio para todos: ¿cuál es nuestra actitud ante este evento disruptivo, que -en cuanto actual- constantemente nos invita a redefinirnos respecto de él? ¿Qué clase de vida nos interesa? ¿Cuál es nuestra posición ante mi realidad, la realidad del otro…la realidad de Dios?

 

Hijas e hijos en el Señor,

 

Luego de un año difícil, lleno de desafíos, pruebas y sinsabores, evitemos todo exceso -que quizás parecería lógico luego de tanto aislamiento- y vivamos estos días en clave espiritual. Esto no significa no celebrar, no gozar, no festejar: significa redimensionarnos y redimensionar nuestra vida ante la Vida, reconsiderar nuestra trayectoria y, si es necesario, buscar la brújula que nos indique nuestro verdadero Norte. Y puesto que el Norte siempre está al Norte, no habrá posibilidad de perdernos: la clave es encontrar la dirección y comenzar a caminar. ¡Dios siempre está allí!: en el destino; en el caminar; en la dirección; sea cual fuera nuestra elección; porque como dice el himnógrafo esta dimensión se dilata para que el que no tiene dimensiones quepa y llene todo de Sí mismo:

 

“¿Quién nos separará del amor de Cristo?

¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? (…)

Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

 

FELIZ NAVIDAD

Y

BENDITO EL AÑO QUE DESPUNTA

EN LA ESPERANZA DE AQUEL QUE NOS DA TODOS LOS BIENES

 



[1]. Col. 1: 20: “(…) y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos (…)” Rom 8: 21: “Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

 

 

[2]. Col 1: 15-17: “El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten.”

[3]. Col. 2: 9-10: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.

[4]. Rom. 8: 32: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?

 

[5]. Ef. 5:1 “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.

 

[6]. II Cor. 3: 18: “Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu.”

 

[7]. Ἁγ. Μαξίμου τοῦ Ὁμολογητοῦ, Εἰς τήν προσευχήν τοῦ Πάτερ ἡμῶν, PG 90, 880. 

[8]. Ef. 1: 5-10: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.”

[9]. Rom. 8: 29-30: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.

[10]. Gal. 5: 1: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.”

 

[11]. II Cor 3: 17: “Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y, donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.”

[12]. II Cor. 13: 5: “Examínense para ver si están en la fe; pruébense a sí mismos. ¿No se dan cuenta de que Cristo Jesús está en ustedes?” Ef. 5: 15-16: Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios,  aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.

 

 

 

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